En el primer encuentro del 2025, el conjunto franjirrojo exhibió su mejor versión. En un día sumamente desagradable en la localidad gallega de Ferrol, el encuentro de dieciseisavos de final de Copa del Rey estuvo marcado por la lluvia. La real, la que cayó implacablemente durante todo el día sobre el césped de A Malata y complicó el juego técnico de locales y visitantes. Y la de goles, la metafórica de un Rayo en plena inercia que parecía que le salía de todo.
Porque no se puede entender de otra manera que en la primera llegada de peligro Pacha Espino ejecutara un potente disparo de más de 30 metros que se coló por la escuadra de Yoel. A diferencia de Palencia y de Salamanca, al Rayo se le presentaba el partido favorable desde el inicio y eso lo supo aprovechar para jugar, por una vez, con el viento a favor.
La propuesta de los gallegos era tentadora y el Rayo padecía en la zona ancha donde rápida y frecuentemente perdía la pelota ante la presión local. Pero en los últimos metros los de Ferrol se atascaban ante una defensa rayista imperial compuesta por Balliu, Mumin, Lejeune y Pacha Espino.
Cuando el Rayo estaba pasando por su peor momento, llegó el segundo gol de los de Vallecas en una jugada de tiralíneas al primer toque. De Frutos recibió al borde del área, regateó y disparó con la derecha para guardar la pelota en la red. El 0-2 adormecía el partido y enviaba a los equipos al vestuario para corregir errores y aciertos a nivel táctico.
Los primeros minutos del segundo tiempo fueron un monólogo del equipo de Ferrol. Castro disparó al palo el primer tiro de la segunda mitad, poniendo el corazón en la garganta de los casi 150 rayistas que se habían desplazado. El Rayo sufría y retrocedía en su presión ante un Racing de Ferrol envalentonado. Querían entrar en la eliminatoria. Y cuando mejor estaban, llegó la sentencia de un De Frutos que emuló a los mejores cabeceadores del fútbol español para colocarlo abajo junto a la cepa del poste.
La lluvia real continuaba sin cesar. La lluvia de goles, tampoco. El Rayo intentaba regresar a Vallecas con una goleada. Pero el esfuerzo extra lo iba a costear en los últimos minutos cuando Álvaro puso el 1-3 en el minuto 90 y el equipo gallego hizo que el balón impactara en el palo en la siguiente jugada, lo que podría haber sido el 2-3. No hubo tiempo para más goles, pero sí para más lluvia. Y sobre todo, para otra ronda de Copa del Rey para el Rayo que podría competir ante su afición en octavos de final..